En XL Semanal aparece publicado un interesante reportaje en el que pretenden contestar a la pregunta:
¿Por qué lo habitual en Finlandia es que un adolescente normalito termine Secundaria con notas excelentes, hablando un perfecto inglés y leyendo un libro a la semana, y aquí muy pocos consiguan algo remotamente parecido?
Para ello han viajado al país mejor clasificado por el informe Pisa para averiguarlo y han estado 24 horas con uno de los jóvenes de 15 años que triunfa en Pisa.
Tres cates en las tres asignaturas básicas. ¿Qué hacemos? ¿Castigamos de cara a la pared a los alumnos, a los padres, a los profesores, a las autoridades, a todos? Alemania cosechó unas calabazas semejantes hace tres años y la conmoción fue tan mayúscula que los políticos se pusieron las pilas y este año sus estudiantes han aprobado con nota. Aquí, el Gobierno culpa a Franco (la precaria educación de los padres dificulta la de los hijos). Además, la fiesta va por barrios, léase por comunidades autónomas. Los riojanos pueden sacar pecho: están en el grupito de cabeza. Los andaluces deberían ir pensando en las recuperaciones: en mates les gana hasta Azerbaiyán.
Cualquier parecido con el sistema educativo español es pura coincidencia.
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He leído el reportaje y tiene algunas cosas bien interpretadas, como la valoración de la cultura del esfuerzo que impera en Finlandia. Pero, sinceramente, un reportaje sobre el sistema educativo escandinavo que no trata de dos de los mecanismos fundamentales que explican el éxito del sistema, me parece que no informa correctamente. Hay que recordar que dos de los pilares del sistema finlandés son:
1. El cheque escolar. Usted es libre de elegir la escuela de su hijo con el cheque que recibe del Estado. Por tanto se favorece la libre competencia educativa.
2. Libertad en contenidos. Las escuelas hacen sus temarios. Esto hace que el centro se adapte al entorno y no al revés…
Tampoco se aclara muy bien en el reportaje qué se entiende por “escuela pública” ya que en Escandinavia esto significa que el dinero es público, pero no que la iniciativa escolar sea pública.
En fin, el reportaje es interesante pero refleja solo parcialmente la realidad de allí, y no habla de temas fundamentales sin los que es incomprensible un éxito semejante.
Que estudiantes de un país cualquiera pasen de suspender a, en tres años, aprobar imagino que dependerá de la generación de estudiantes que toque cada año, pues llevar a cabo medidas en el sistema educativo es un proceso lento debido a la cantidad de variables que dan forma al complejo escolar.
Por otro lado, habría que plantearse si el sistema educativo finlandés se podría amoldar a la sociedad española tan alejada social y culturalmente.