Bolonia: alfa y omega
Artículo de Antonio Díaz Bautista, Catedrático de Derecho Romano de la Universidad de Murcia
En el año 1088 un gramático, llamado Irnerio, fundó en Bolonia la primera universidad europea. Después de varios siglos de miseria cultural y económica, volvía la sociedad a interesarse por el cultivo del saber, como en la Antigüedad grecolatina. El propósito era llegar a comprender los principios de justicia en los viejos textos del Derecho Romano conservados en las bibliotecas monacales. Pero pronto se amplió su enseñanza a otras materias y surgieron otras universidades en diferentes países. Gracias a Bolonia se produjo en Europa un fecundo desarrollo cultural, científico y económico, que, con muy diferentes avatares, ha llegado hasta nuestros días.
Nueve siglos después, en 1999, los ministros de educación de la Unión Europea firmaron, también en Bolonia, una Declaración para armonizar los estudios universitarios facilitando el intercambio de estudiantes y la homologación de títulos superiores entre los países. Pero esta aspiración, en principio tan loable, se ha aprovechado para poner patas arriba la enseñanza superior, con un guirigay de reformas. Desaparecen las licenciaturas y se substituyen por unos grados, de duración más breve, con fuerte reducción de los contenidos, en los que ya no se aspira a que el alumno adquiera una sólida formación básica, sino una «cierta familiaridad», así se dice, con los conceptos más elementales de la Ciencia. Disminuyen las lecciones y el alumno debe aprender por su cuenta bajo la tutela, o tutoría de los profesores. En suma, que ciertos pedagogos de pacotilla quieren meter en la universidad unos métodos parecidos a los de la LOGSE, que tan brillantes resultados ha producido en los niveles elementales de la enseñanza.
Estos grados, tan descafeinados, no servirán para casi nada. Los graduados, deberán matricularse después en unos master, carísimos, por cierto, en los que se les dará, se supone, una formación más profunda, aunque sólo en una materia muy concreta, en función de lo que demanden las empresas: una formación profesional acelerada con vistas a la práctica. Ni que decir tiene que los master sobre materias humanísticas o de alta especulación científica serán muy poco demandados. Parece que algunos de los países más prestigiosos científicamente se han descolgado del sistema, pero nuestras autoridades lo han recibido con alborozo y lo van a imponer enseguida, salvo, menos mal, en Medicina e Ingeniería, que lo han rechazado.
Visto en Firgoa.